A veces es un concepto común y, sin embargo, podemos litigar alrededor de ella. A-veces, a-ves-es, a-vez-es, a-beses, a lo que sea... Al tiempo le veo y siento como la onda expansiva de la bomba y la cámara lenta de la cinematografía, escuchen como a veces se detiene, sí. La vida no tiene pausas, más cuando las moiras voltean a verte; entonces el tiempo puede detenerse, pausar un momento y continuar. Indistintamente, avanza, pero no todas las personas se preguntan la razón. La cuestión del tiempo no es cuestión de tiempo, sino que es atemporal, es inherente a la supuesta humanidad. Traten de preguntarlo a Kant...
Yo a veces solo intento dar cuenta de lo que pasa en mi tiempo. Lo que a mi tiempo pasa, incluso cuando está pausado. Cuando el tiempo se detiene es distinto, desconocido, indescriptible. Nos posee sin poseerlo. Como cuando los agricultores esperan el tiempo legal para sembrar mota, o ser cosecha de algún presidant. A veces es lineal, elíptico, crónico, caduco. De colores monógamos, intergalácticos, histéricos, con fechas establecidas de entrega, trastornante y transformable. A veces es y otras no existe.
Hace mucho que el tiempo se detuvo en las calles de Tijuana, donde la memoria que suponemos deber al tiempo se desvanece, no existe. Como un territorio sin memoria, como una ciudad en ruinas que olvidó la guerra. Como la ciudad que ni reconoce ni recuerda su historia y el punto de quiebra. Como el pseudo híbrido romántico poli amoroso pseudo racional posmoderno con estigma fronterizo que pocos podemos ver. ¿Por qué? Esta ciudad ni cosmopolita ni abandonada por el desarrollo ni en el completo rezago tecnológico ni de gran avanzada ni recibe a todas las personas con los brazos abiertos y está construida a la brava, pero sobre todo tiene vestigios de ciudad vieja que superó la modernidad cuando no la vivió, marcada por ser la más visitada. Una señora de mundo tal vez. Un receptáculo-exportador del mundo. Una provincia con dueños y sin migrantes. Un bucle nauseabundo. Y en estos tiempos de cambio, el cambio son muchos morritos jugando matatena con el país, otros exiliados como Porfirio y Ordaz; por seguridad en lugares de primer nivel con acuerdos económicos… Ya no hay actores y las actrices apenas llegaron, habrá que reescribir la tragicomedia mexicana; en tiempos sin tiempo.
Mnemosyne ya no atiende cualquier queja, hay que hacer cita. La inscripción en ella y para ella no es gratis. Los tatuajes con plumín innecesarios y ofensivos. Además, es casi imposible rescatar del olvido a quienes no quieren recordar, devenir un punto en la interminable apariencia del no ser. Creerse las mentiras de los padres fundadores e ignorar las noticias de su prole reaccionaria. Estar lejos les unes con les otres y mofarse por este horror gramatical. Sentir las palabras con sus colores, contener ecos cincelados a través de esa categoría lingüística: el tiempo; esperar lo dictado cuando otros aprovechan tu conocimiento y te espanta ya nadie quiera conocer. Luchar por extender las alas y aletear para librar de todo mal. En mi trip lo único que falta es una buena sacudida más, pero ya nadie ve el kairós como el punto de fuga hacia la creación. Y suponen que lo divino es una categoría acompañada por un dios judío.
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