¿Será cierto eso que dicen los mayas? ¿Qué el 2112-2012 the world will be changed o mejor dicho will be destroyed? Quiero entonces, como dice un poeta, estar en una hamaca emocional. Caminar desnuda por las calles sin que mi cuerpo sea observado con lascivia, sin perjuicio. Sentir en mis ojos la excitación que provocan en mí tantísimas cosas respondiendo a mi concepto de belleza; a mi necesidad de experimentar en mi pecho lo más cercano al Streben. Despertar de la evidente pesadilla por vivir en un país tan entintado de rojo, donde inocentes o culpables, las libertades están siendo reconsideradas, secuestradas, por grupos ‘CON’ poder. La violencia en México no importa o quizá es lo único que importa. Quizá sea cierto que cada país tiene sus broncas y eso del concierto de las naciones es algo más parecido al solo de la Inquisición. De hecho, y por desgracia todo indica que sí, que el tiempo es una espiral; que ahora tenemos a la endemoniada nación Inquisidora.
Antes tuvimos al holocausto y ahora tenemos… ¿Ahora qué tenemos? Mujeres (juzgadas) encarceladas por sus cuerpos, personas encarceladas (asesinadas) por sus cuerpos, impunidad sobre los cuerpos. Debates falsos sobre la vida, debates falsos sobre el lenguaje, debates falsos que no llegan al fondo de lo discutible y lo discutido.
Quizá estamos más cerca del final del mundo y de cierta forma agradezco que sea el final de los mayas y no el de los cuatro jinetes. Agradezco que una persona enferma de misoginia no esté consolando a los creyentes de una doctrina que se robó para dirigirla ejerciendo profundo poder desde el país más rico del mundo. ¿Estamos cerca del fin? Me gustaría preguntárselo a Porfirio y a las mujeres que se fueron a seguir la Revolución, que hicieron la Revolución. Me gustaría preguntárselo a las que tomaron las armas porque ya nada les quedaba, a las que se quedaron para hacer sobrevivir a quienes tenían en casa.
También a Benito, a Emiliano, a Pancho. A Iturbide no porque me cae mal, a Santana sí, por morbo pues quizá responda algo sorprendente. Segura y definitivamente sí a todas y todos los trabajadores explotados por la corona. ¿A los ricos qué les importa si el mundo se acaba o no y a los pobres de que nos sirve saberlo? Cada día despertamos a la sombra de una casa más grande y cada día recordamos lo que hemos aprendido: trabajar para comer, no quejarse para construir, dejar la postura crítica para quienes viven de la academia; incluso cuando sabemos que una parte de esa postura responde al interés vendido y de lucro durante investigaciones explotadores. ¿Se trata de adoptar una postura crítica? ¿Y entonces tener la capacidad de ver qué le está pasando a la población mientras la población sabe que chingados le está pasando?
Tal vez se trate de ser los menos explotados, tal vez el fin del mundo nada tenga que ver con la violencia, con un meteoro, con sismos. ¿Será que los mayas tenían algo como idiosincrasia, será que pensaron que 2012 años serían suficientes para un mundo agonizante? ¿Será esa imagen parte de su cosmovisión?. Quizá se trate de neurotransmisores, de moléculas de tiempo, de timeloops o de formas de conocimiento distintas; de cosas que no conocemos y nos da miedo conocer ahora, justo cuando la cosa nos lleva a la desesperanza; suponiendo siempre la esperanza como una perenne espera. ¿De qué? Solo el futuro lo sabe; mientras espero el 2013 con ‘mi stress’ de cyborg, un cyborg que además de ser degenerado es un sin dios y descubre otra suerte de explicar los giros universales. Cyborg que es sin ser, cyborg fácil de querer. Cyborg visto. Cyborg arrojado en otro tiempo. Y entonces… seguiré siendo cyborg.
-N
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